EL BLOG DE LA MA´TEODORA

Media de lecturas, audios y enlaces a la salsa, el jazz latino, las músicas nuestras y a formas futuras, en tributo a la mítica Teodora Ginés, tañedora de bandola, nacida en el siglo XVI en Santiago de los Caballeros, hoy República Dominicana, en "el cuadrante del son", a quien Alejo Carpentier le atribuyó la escritura del primer son: El Son de la Ma´Teodora.

jueves, 16 de julio de 2015

SALSZBURGO SE ESCRIBE CON S DE SONFONIA

Fernando España



Este número queremos dedicarlo
a los que han sido y serán
los grandes del son:
Tito Gómez, Miguelito Cuní,
Félix Chapottin, Arsenio Rodríguez,
Roberto Faz y Beny Moré,
ellos con su trabajo, han hecho posible,
la realización de ésta modesta obra, 
para ellos: 'Son para un sonero'".

Adalberto Álvarez

Mientras los bogotanos celebrábamos nuestra fiesta de la música, que este año estuvo dedicada a Mozart, el genio nacido en Salzburgo, el puerto austriaco a orilla del río Salzach, cuyo nombre, "ciudad de la sal", proviene del impuesto que en el siglo VIII los barqueros tributaban por el acarreo del condimento, en un lugar de la capital se reunía un combo parental para proyectar Salszburgo, con el fin de agregarle una pizca más de sazón al ajiaco santafereño. Un sitio que evocara a Sonfonía, la otrora, emergida una noche de 1985, tras varias lunas de sones, rones y danzones en La Ratonera de Fabio Rubiano, y tras prestar atención al quintaesencial Son para un sonero, abriéndose entonces dentro de un sótano amurallado en ladrillos del Chapinero "underground", sector venido a menos a causa de una abominable troncal proyectada por un burgomaestre de corta visión.

Son para un sonero, el verdadero inspirador de la usurpada palabreja, es una sinfonía tropical de Adalberto Álvarez, que para el mundillo salsómano significa tanto como la Sinfonía número 40 en sol menor, opus 550 para el universo de radioescuchas de la HJCK, ahora en internet, haciéndose himno de los sonfónicos, quienes, con un pie en el día por concluir, durante el ecuador nocturnal, inmediatos prolongaban el par para posarlo en la fecha por iniciar, que era programado, con precisión suiza, en el gran picó incrustado en plena pista de baile, a "dos metros bajo tierra", y cuya atmósfera inspiró en parte a Mario Morales a escribir su novela post-vanguardista, exuberante en hojas humedecidas en aguas ardientes y colgantes de cuerdas atadas, como prendas en solar, a las columnas de un templo naufrago erigido al orisha Neptuno en las aguas de la mar antillana. 

Para entonces ya se sabía de Chepe, amigo desde La Ratonera, cuando adorábamos a Silvio, Pablo, Serrat y Buarque, cuando Olímpica Estéreo se apeaba en la capital con su dejo Caribe, "se metió" vociferaba un locutor suyo, para continuar calentando la urbe que el "Viejo Mike", "quillero" como la advenediza emisora, empezó, cuando existían La Gran Gaite y Mozambique, introductoras "del caos que ordena Cachao cabalgando sobre su contrabajo", en palabras de Cabrera Infante. Sonfonía retorna a un año del cierre de Salomé Pagana, "a César lo que es del Cesar", y a contados meses de Chepe irse con su maravillosa selección salsera a otra parte, a un "sonterráneo" en la calle 19, en la vecindad del Quiebra, y a tan sólo cien pasos del andén sur donde los "boyacos" vendían los vinilos importados en los compartimentos de los "pullman" de Berlinas del Fonce remitidos desde Caracas. Y también regresa, por aquella inesperada lágrima que Nicolás Montero causó en la mejilla de Pilar tras evocarla en el programa Banda sonora de Caracol Radio.

Vuelve Sonfonía en cuerpo de Salszburgo, para remontar su inconclusa crónica sobre las ruinas del Odeón que fuera Son Salomé, para reivindicar a sus irredentos súbditos, aquellos quienes cada fin de semana se encontraban en la calle 58, abajito de la quince, para en gallada "hacerle el amor a la salsa", y a quienes los sábados se juntaban El Flaco, Salsita, Perea, Dago, Bayona, Carriazo, Vásquez y Lara, provenientes de la Emisora de la Universidad Nacional, donde realizábamos De Rumba, parodia radiofónica que nombré Salszburgo, con la s antes de la z, "pa´ ponerle más sal" a "nuestra cosa bogotana", que en buen castellano traduce ciudad de la salsa. 

Y como pregonó Pedrito, abriendo la fiesta, aquel de Los Van Van:

"Si no trajiste tus lentes oscuros
seguro no vas a ver amanecer
y no veras el final de esta fiesta
que pena, revísate, regístrate..."




Enlace a Salszburgo
Fotografía por Luis López


CINEMATECA : ENSAYO DE ORQUESTA by FEDERICO FELLINI